Picnic en el 4 B - (Extracto de los días paralelos)
(Diciembre 2007) “Será EL CONCIERTO mi amor, por fin tenemos
las entradas en la mano. ¡SODA carajo!” – Klaus estaba evidentemente emocionado,
Celeste también. La voz por el celular era nerviosa y feliz.
“Mi amor, ese día
tenemos que madrugar en la cola. Aunque estamos bien ubicados felizmente, será en la zona PICNIC.”-Para Klaus y Celeste
sería el primer mega concierto que irían como pareja.
“Amber, mi enamorado consiguió
entradas para Cúpula a un ladito del escenario”-Silvana le contaba por Messenger
la noticia a Ruth-“Trataré de conseguir para la gente o buena al menos a ti
también, pero no hables, es nuestro secreto”-Le contaba esto mientras enviaba
el emoticon de guiño.
Los días pasaron
volando, la prensa hablaba hasta del color del calzoncillo que podría usar
Cerati. También las imágenes de los conciertos del “Me verás volver” en Chile y
Argentina hacía que las expectativas entre la gente de la movida crecieran.
Ese día, todo era el
Estadio Nacional. Sol, gente, más gente, cola, más cola, dieron las dos de la
tarde, calor, insolación en la cara de todos y los personajes de siempre.
Klaus reconoció a lo
lejos algunos de ellos. Los había visto en Noctulus o Nébula, algunos del Bash
Bar y como siempre las miradas se encuentran pero no dicen mucho, más que una
especie de saludo.
Celeste vivía su
propia ceremonia, las amigas que estaban en la cola, los chismes de las
parejas, en fin; algo que Klaus escuchaba de refilón como buen curioso que era.
Silvana y Ruth ya
estaban dentro del Estadio, no hicieron cola gracias al novio de Silvana. Ella
sabría recompensar eso después, ya pensaría el cómo.
“No te vayas a
molestar Celeste, pero me pondré a escuchar radio mientras tu conversas con las
chicas”-Klaus sintonizó la radio “Z” y se dejó llevar. Ya habían entrado al
estadio y eran como las cinco de la tarde, estaban sentados como la mayoría del
mar de personas que estaban ahí. Polos de Soda, vasos de cerveza, hot dog y
sanguches de pollo a diez soles, en fin un mini mercado dentro del Estadio
Nacional.
“¡Salud!”-Silvana
estaba brindando con Ruth, el novio había conseguido algo de whisky también;
más puntos para el chico se decía Silvana- “¡Que tal vista tenemos!. Yo estoy
tomando fotos y aprovecho para grabar algunas cosas para mi galán. Ya que
cierta persona no le consiguió entrada”-Ruth le reprochaba a Silvana esto últimos
pero en tono relajado y de broma-“Dile a
tu galán que no sea tan misio pues”-dijo Silvana y ambas rieron sonoramente.
De fondo había unos
teloneros, no eran malos, sólo que nadie prestaba atención y ellos lo sabían.
Era el precio que debían pagar por Soda.
Ocho de la noche, “el
sueño de una noche de verano”, se decía Klaus mientras la gente ya andaba
inquieta. Algo histórico se respiraba en el aire. Había gente que hablaba del concierto del 87, otros del 97,
que lo habían visto en Argentina pero todo era aire para Klaus, Celeste,
Silvana y Ruth. La realidad estaba ahí a unos minutos. “Siempre es hoy”, volvía
a pensar Klaus.
De pronto todo se
apagó y fluyó. Todas las personas, todas las voces- “Espíritu del tiempo”-gritó Klaus mientras los
amigos de Celeste lo miraron extrañado y ahí aparecieron, después de un video
homenaje. Lo que tanto habían bailado en las discos, lo que tantas veces habían
escuchado en la radio, a los que habían vistos en videos y ecrans de fiestas.
Ahora estaban ahí.
“Hola hermoso Perú”, fueron las palabras de
Cerati para que se iniciara todo.
Silvana y Ruth, Klaus
y Celeste ahora eran cuatro árboles que movían sus ramas al vaivén de un gran
viento llamado Soda Stereo. Las voces de Cerati, los acordes del Zeta y la
batería de Alberti eran truenos que daban formas a: La Ciudad de la Furia, Signos,
Juegos de Seducción y todo lo demás.
“¡Klaus!, ¡nuestra
canción!”- los primeros acordes de Picnic sonaron con furia, la noche era una
furia, los centenares de personas al costado eran una furia. Un mar de furia.
“Picnic, es una
cuestión de voltajes” y sí toda la noche fue una cuestión de voltajes para
Silvana, Ruth, Celeste y Klaus.
Terminado el concierto
Klaus le propuso a Celeste ir a Nébula, pero ambos terminaron en el Noctulus.
Al día siguiente se arrepentirían.
Silvana le agradeció
toda la noche a su novio, fue la última vez que pasaron una noche tan larga
juntos y Ruth regresó a casa y durmió el resto del domingo.
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