Conversaciones entre la piedra y el ave de la soledad-¿Qué hay entre Perse y Mandelstam?


Hace pocos días terminé de leer Anábasis de Saint John Perse de la edición que hace Lustra Editores en el año 2012 sobre poesía extranjera, en colaboración con la Biblioteca Abraham Valdelomar.

Por estos días (y por esas felices coincidencias y paralelos de la vida) Mario Pera realiza una interesante lectura sobre la poesía y vida de Osip Mandelstam, considerado de lo mejor de la poesía rusa de principios del siglo 20 (Ver la nota completa en:http://www.vallejoandcompany.com/la-piedra-de-la-tristeza-la-poesia-de-osip-mandelstam-por-mario-pera/).

Ambas lecturas me dejaron un sabor de encuentro entre los dos poetas, así que me tomé la libertad (una vez más) de hacer una conversación poética entre ambos, situada en algún lugar de la todavía Persia de principios del siglo 20.

Pero la conversación no es entre ellos sino entre sus alter egos (que yo arbitrariamente escogí). El uno será la roca y el otro un ave. ¿Quién es quién?, el lector podrá jugar con ello

Ambos seres se encuentran en un desierto a las afuera de la capital persa. Ambos están viviendo sus últimos momentos de vida y al estar unidos por esa cuerda de la agonía, deciden pasar ese trance mediante un diálogo...

La Roca: "Yo soy tan pobre como la naturaleza, y tan simple simple como el firmamento.
Mi libertad es tan quimérica como el canto de los pájaros nocturnos."

El Ave: "Las aves nocturnas, perseguimos las ciudades de vuestros sueños, invisibles e insistentes a la manera de un fuego de espinas en pleno viento"

La Roca: "Me extravié en el cielo. ¿Qué puedo hacer?"

El Ave: "Ser la soledad, un huevo azul que fue puesto por mis padres. Yo soy la soledad, soy ayer, he volado como un sacerdote hecho pedazos"

La Roca: "No puedo separarme de la vida: Aunque ella mate y acaricie"

El Ave: "¡Soledad!. Yo no he dicho a nadie que espere...Me iré cuando yo quiera."

La Roca: "Esta es mi radicalidad ahora, que estoy/estás maravillado de sol..."

El Ave: "Aquel que, alabando la sed, no ha bebido en un casco el agua de las arenas, es fiar poco en el comercio del alma..."

La luna apareció y lleno todo el desierto con una lechosa oscuridad. Ambos saben que queda un minuto y lo guardan en silencio. Ahora ya no existen, se fueron.


(Imagen de Enrique Cruz Calonge)

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