La canción encerrada - Poesía de Micaela Mendoza y Lucía Estrada

Dos poetas acaban de publicar recientemente. Si bien están lejos por la geografía, sus versos se unen por una música, un ritmo, un sonido.

Katábasis de Lucía Estrada (Premio de Poesía Ciudad de Bogotá, 2017) y Áticos Sonoros de Micaela Mendoza (Premio Nacional Opera Prima de Santa Cruz, 2018) son la muestra que el ritmo es vital para el disfrute de una serie de ambientes en dónde la vida y el lenguaje se entrelazan.

Primera parte:Los días y el descenso

"El día se alarga. Minuto a minuto se hace más denso. Imposible sostenerlo sólo con las manos. Exige movimientos y palabras coherentes, imágenes limpias a la luz del sol" (Las abejas, Katábasis, Estrada). Usando la danza de estos pequeños insecto, diligentes de por sí, la poeta intenta buscar la Verdad en el descenso, una verdad mítica, una verdad que está en los dioses ocultos.

"Emboscada/ de metáforas/ filtrándose/ entre los cuerpos,/ mientras/ un acertijo de reptil/ avanza húmedo/ por la columna." (Escondite, Áticos Sonoros, Mendoza). Los versos danzan en descenso, gráficamente la mayoría de poemas son peldaños a un descenso. ¿Qué se puede encontrar en las honduras?

Segunda parte: Palabras que se esconden

"En cada rostro reflejado un nombre se diluye. Ruego para que el mío permanezca indescifrable"(Cotidiana, Katábasis, Estrada). Los sonidos de cada palabra, son como piezas precisas que encajan en una máquina de hacer misterios, ¿la poeta es un misterio?

"Profetizando el éxtasis/ de cantarle a lo marchito,/ de hacerle juramentos a lo seco,/ de invocar a lo podrido,/ de nombrar lo adulterado." (Transmutación, Áticos Sonoros, Mendoza) ¿Es el corazón del misterio poético, una invocación?.

Tercer parte: El eterno femenino

La condición de mujer y de poeta, trae consigo una música propia, una oralidad que supone la creación de todas las cosas, tanto lo visible y lo invisible:

"No tengo su nombre, pero también los pájaros vienen a morir a mi ventana. No tengo su rostro, pero mi gesto huye en inmóvil despedida. Si en lugar de quedarme decidiera ir al encuentro de lo que resplandece para su propio regocijo, si lograra al fin saltar la cuerda, intentar los pasos que me llevarían al centro de la fiesta". (Nota encontrada al margen de un poema de Anna Ajmátova, Katábasis, Estrada).

"Sopla un llamado/ anuncia a los visitantes/ Cruje una memoria/ habla en trémolos/ Grita nombres santos/ silba a los guardianes" (El Llamado, Áticos Sonoros, Mendoza)

Así vemos que ambas poetas, se unen en el descenso, se toman de la mano y caminan por el misterio, por encontrar la nota, el sonido, que el mundo está olvidando. Leerlas es la mejor forma de recordar que somos la palabra que leemos o decimos.

PD: https://www.youtube.com/watch?v=669eY6ME2zU





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