El Génesis del Fénix - Amor en cuatro tiempos de Katherine Medina
Voy a apagar la luz
porque la oscuridad me obliga a
dibujarte
Viviane Nathan, empieza este poemario. Y la pregunta que se me viene a la mente es ¿Katherine eligió a Viviane o fue al revés?. Al empezar a leer los poemas de Katherine intenté encontrar la respuesta.
Y lo que encontré fue una niña que muere; de una manera explosiva por decirlo, para ser una mujer, una mujer Fénix. ¿Suena a cliché?, quizás sí, pero sus versos no:
Un hombre sabe amar-si es que ama-cuando cuenta hasta cien
Sobria con las manos enjabonadas: me "amaron" tantos
que cama es análogo de jaula
(Un hombre sabe amar)
En este poemario, la muerte de este ser, se ve en cada verso, en cada poema. Dos momentos desgarradores y misteriosos (como una Alicia entrando a un espejo o agujero negro, para salir siendo algo desconocido) son Rikhurimuy y Vocecita. Ambos me producen la sensación que son el último grito de agonía de esta niña; un grito con el primer rayo de sol; un grito de revelación:
Se cansó de mi sordera temporal
y se fue corriendo
tras una mejor persona que habitar
o se quedó en algún peldaño
de las 37 gradas que conducen
a mi pequeño refugio,
y si tal vez se suicidó de pena y algún día
una lágrima la encontrará colgada
de una pestaña
¿Qué será de mí?
¿Qué me quedaría?
(Vocecita)
Rikhurimuy lucecita/ con el bolso al hombro-chalinita
danzarina/ media sonrisa: como avecilla que deja su
rastro al partir/
(Rikhurimuy)
Después de esos dos poemas, la que escribe es una mujer naciente, con los restos de una antigua piel que a la fuerza debe dejar:
Te espero mientras aspiro muerte
en cajetilla de a 10
en la hora incierta
siempre antes de las 12,
un puntito verde anuncia tu llegada
hola, que tal?/
(Te espero)
Katherine, desde este poemario, ha iniciado un ritual para encontrar su voz. El viaje es largo y arduo.
porque la oscuridad me obliga a
dibujarte
Viviane Nathan, empieza este poemario. Y la pregunta que se me viene a la mente es ¿Katherine eligió a Viviane o fue al revés?. Al empezar a leer los poemas de Katherine intenté encontrar la respuesta.
Y lo que encontré fue una niña que muere; de una manera explosiva por decirlo, para ser una mujer, una mujer Fénix. ¿Suena a cliché?, quizás sí, pero sus versos no:
Un hombre sabe amar-si es que ama-cuando cuenta hasta cien
Sobria con las manos enjabonadas: me "amaron" tantos
que cama es análogo de jaula
(Un hombre sabe amar)
En este poemario, la muerte de este ser, se ve en cada verso, en cada poema. Dos momentos desgarradores y misteriosos (como una Alicia entrando a un espejo o agujero negro, para salir siendo algo desconocido) son Rikhurimuy y Vocecita. Ambos me producen la sensación que son el último grito de agonía de esta niña; un grito con el primer rayo de sol; un grito de revelación:
Se cansó de mi sordera temporal
y se fue corriendo
tras una mejor persona que habitar
o se quedó en algún peldaño
de las 37 gradas que conducen
a mi pequeño refugio,
y si tal vez se suicidó de pena y algún día
una lágrima la encontrará colgada
de una pestaña
¿Qué será de mí?
¿Qué me quedaría?
(Vocecita)
Rikhurimuy lucecita/ con el bolso al hombro-chalinita
danzarina/ media sonrisa: como avecilla que deja su
rastro al partir/
(Rikhurimuy)
Después de esos dos poemas, la que escribe es una mujer naciente, con los restos de una antigua piel que a la fuerza debe dejar:
Te espero mientras aspiro muerte
en cajetilla de a 10
en la hora incierta
siempre antes de las 12,
un puntito verde anuncia tu llegada
hola, que tal?/
(Te espero)
Katherine, desde este poemario, ha iniciado un ritual para encontrar su voz. El viaje es largo y arduo.
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