Dos muestras de Fernando Linero Montes (Colombia, 1957)

1. Casi una elegía

He visto tus ojos sobre un largo estío
mientras cruzaba bancales de arroz.
La flor de los almendros
creció toda la noche bajo el cielo de la vigilia
al borde del hogar.
Tus manos con las que biseló el amor controvertidos alientos
buscan lejos ahora,
y el corazón
es agua profunda, espina irreversible.
El mar de mayo
dirige tus velas hacia lunas más apacibles,
hacia brisas fuera del alcance de la noche,
hoy pesando en la memoria, doliendo como un ala rota.
He visto tus ojos sobre las colinas del alba
mientras cruzaba bancales de arroz.

2. A la vida se entra solo

A la vida se entra solo.
Algunos con una camisa.
Otros con un racimo pero solos.
Bostezando o preñado de luz
cada cual con su tristeza.
Se entra sin saber qué se quiere,
qué se busca,
qué piezas encajan en el juego:
acaso los destellos del infortunio.
O el recuerdo de una ciudad triste.
O la imagen de una madre
que espanta el calor y las moscas
del sueño de su hijo.
Breves de memoria y de olvido
como los niños que ahora repintan la rayuela.
Como el padre dormido.
Como el amigo que no volveremos a ver.
Cada cual con su tristeza.
Se entra y es ya un lugar del sueño.
Algunos con el corazón atiborrado de palabras.
Otros portando una copa amarga.
Algunos en el mes de los ahogados.
Otros cuando las primicias del ciruelo.
Cada cual con su propia confusión.
Todos con la misma soledad.
Fuente:  Morbid  Museum EE.UU.

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