Presentación La Música del Hielo - Palabras de Victor Vimos
Victor Vimos (Riombamba, 1985). Poeta y miembro fundador del Proyecto Editorial Matapalo Cartonera; Integrante del Comité Organizador del Encuentro Nacional de PoesíaZarandearte (Riobamba, 2006, 2007); Merecedor del Segundo Premio Provincial de Poesía (Chimborazo, 2004); Primer lugar en el Concurso Provincial de Cuento (Chimborazo, 2005). Premio Nacional de Cuento “BIENAL JUEGOS FLORALES” (Ambato, 2007), Primer Lugar en el VI Concurso Nacional de Cuento “DIA DEL LIBRO Y DE LA ROSA” (Quito, 2010), Segundo Lugar en el Premio Nacional de Poesía “Bienal Juegos Florales” (Ambato, 2012). Sus textos constan en varias antologías y revistas como de México, Perú y Argentina. Ha publicado: PERINOLA (Noctambulario Ediciones, 2007), PROLONGACIONES (Casa de la Cultura Ecuatoriana, 2010), DRAGÓN (Sarita Cartonera, Lima, Perú, 2010),DESFIGURACIONES (Nulu Bonsai, Buenos Aires, Argentina, 2010), LOS POEMAS DEL BOXEADOR EN EL PUERTO (Yiyiyambo, Asunción, Paraguay, 2011). Actualmente cursa sus estudios en Antropología, colabora con la prensa escrita y la docencia.
Agradezco profundamente su tiempo y palabras para el día de la presentación. A continuación reproduzco sus palabras para con la Música del Hielo
Agradezco profundamente su tiempo y palabras para el día de la presentación. A continuación reproduzco sus palabras para con la Música del Hielo
¿Qué hace que una persona sea considerada poeta? ¿Cuáles,
si existen, son los requisitos que dan forma a esa categoría? Abro una
sospecha: en ella caben palabras como "sensible",
"inconforme", "inspirado", "rebelde", que
confluyen en un afuera capaz de aceptar el orden lógico del discurso
identitario. Se es poeta, desde esta perspectiva, por un consenso que dota a la
persona de cualidades estrictamente verbalizadas, a ratos, vacías.
¿Ser poeta?¿Cómo? Atino a recordar que Valerý relacionaba
lo más bello con lo más tiránico: un oficio de extremos que no acepta
superficies, que se desboca sobre el tiempo con clara intención de enfrentarlo.
Corta entonces la poesía todo puente que tiente al regreso. De golpe, y sin
aviso previo, el poeta enfrenta un camino
en el que solo es posible conocer el mundo que se ha elegido construir.
Ser poeta, sospecho, tiene parentesco con una labor de
artesano: labrarse buscando dar con la
forma de los astros. "No soy nada excepto espíritu" acusaba Descartes
siguiendo esta premisa.
Creo que allí reposa una de las sustancias capaces de
desdibujar la realidad dada. Y su efecto inmediato se asienta en el lenguaje.
No se puede volver a pronunciar el universo con palabras que saben, de
nacimiento, quemadas.
Ser poeta, sospecho, tiene parentesco con una labor de
artesano: picar en la piedra del sonido hasta dar con la curvatura del
silencio.
La Música del Hielo, ensaya esa acción. Su semilla, el
Poema 0, inicia a la media noche, en la visagra donde no hay llenura ni vacío,
y torna la pupila al olvido de la
formas. Se busca inaugurar un viaje que, partiendo desde la nada ponga en jaque
toda marca de seguridad que otorga la identidad.
Aunque su autor, Luis Alonso Cruz, sigue siendo Luis Alonso
Cruz, en el libro, no lo es más después del Poema 0.
Cito:
"Solo saltar/eres un hilo/ya tensaste demasiado el
puente/ deja que todo se caiga"
Ha invocado con ello el ansia de dejar de pertenecer. De
desprenderse del padre, de la madre, de las ciudades y del tiempo, como si
buscara, como si fuera necesario para ingresar en este canto, vaciarse de toda
sospecha del pasado.
Elsinore,la primera parte del libro, no halla sostén en
la voluntad del recuerdo, esa "cáscara de sal" que según Cruz
prolonga el único terreno donde es posible seguir existiendo.
¿Dónde se asienta entonces el poeta? En la idea de irse de
uno mismo, en el empeño por sacarse de encima la infancia para ingresar en el
desierto.
Propongo el desplazamiento como otra condición para
descifrar este libro. Un símbolo condensa esta idea: el agua. Como un lago
sobre el que se yergue una isla de palabras, atraviesa con su sombra luminosa
las páginas de La Música del Hielo, ese líquido maduro, capaz de incendiar los
montes.
Tengo la sensación de una vez vacío el cuerpo del poeta, su
Yo, se deja llevar por el arrullo líquido, cumpliendo con su destino de ser un
cuerpo que ha vertido sus deseos para engendrar de nuevo en el agua materna.
Solo que esta vez él será su padre, él su madre, y también él su único hijo.
Cito:
"Soy un hombre al fin/ y espero no olvidarlo"
Los retratos oxidados, segunda parte del libro,
materializan el adentro en el intercambio de voces que ensaya el autor. No son
pocos los pasajes en que otra voz, probablemente, más antigua, superpone
observaciones al tránsito del lenguaje. La extrañeza de este ejercicio es
mínima pues, si el autor ha decidido alejarse de orilla conocida lo ha hecho
consciente de que a dónde quiera que las aguas lo lleven, tendrá que valerse de
todo recurso posible para mantenerse a flote. "El mundo es el espejo de
mis pensamientos" apuntaba Parménides, y no hay nada más exacto para
definir la forma que toma este viaje.
Se trata de una escritura reposada, que busca decir ahí
donde el silencio se estira como una bestia joven bajo la lluvia. Por momentos,
logra urdir en la vena de la realidad y extirparle de forma sencilla
aprendizajes.
Cito:
"Y la pesadilla sigue en pie/ nos mira a todos/ sabe
que es más que nuestro miedo"
"¿Qué camino de
la vida seguiré?" preguntaba Ausonio preso de un ansia irrevocable. Cruz
elige volver al punto de partida. No regresar, pues eso implicaría desconocer
lo andado. Sino, fundar un nuevo espacio donde todo comience en blanco y negro.
Pulsar de Hielo, sección final del libro, revierte al Yo a
su cotidianidad. Ya no se pregunta por el padre, ya no se nombra a la madre
para recalcar que yace lejos, debajo de un árbol quemado. Ahora son otros
poetas los que surgen en la combinación de letras, apellidos que se adueñan de
la página como fantasmas reclamando un territorio en el espíritu del autor.
Es como si el hijo hubiera aclarado la voz y necesitara
dictar el mundo para decir algo de sí.
Se trata de canciones y poemas que regresan a cobrarle la
cuenta. Si quieres avanzar, parecen decirle, deberás florecer en nosotros.
Deberás fracasar de una forma mejor. Y Luis Cruz lo acepta, otorgándole la
sensación del paraíso.
Cito:
"¿Debo tener vergüenza de guardar tanta esperanza?/
quizá la respuesta está en la estrella lejana/que ahora es polvo y cae sobre
este pensamiento/ lo traspasa"
Canta en estas páginas el ciclo de un descubrimiento. Ser
poeta, sospecho, tiene que ver con la labor del artesano: aprender a soltar las
piedras para que dentro suene el río.
Luis Alonso Cruz acierta con este libro a mostrarnos parte
de esa acción. Lo hace arriesgando aquella pureza que duerme en el anonimato de
lo escrito. Ser poeta, sospecho, tiene que ver con el riesgo. Es el riesgo.
Aquí, donde el agua vuelve a convertirse en ladrillo, se edifica la naturaleza
de un tiempo nuevo.
Victor
Vimos
Lima/
tiempo de calor
(Empezando por la izquierda: Víctor Vimos leyendo en la presentación, el autor del poemario, el poeta Bruno Polack y Joe Montesinos poeta y editor del poemario)
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